“Lo perfecto es enemigo de lo bueno” es una frase recurrente en mis charlas para universidades o en mis sesiones de mentoring para ejecutivos. Cuando hablamos de ejecución, es mejor una acción imperfecta pero ejecutada que un plan perfecto con cero avances. Existen varios factores que hacen que ejecutivos y empresas se obsesionen con planes perfectos: el miedo a fallar, el efecto análisis parálisis y la procrastinación.
¿Cómo pasar de la planificación perfecta a la ejecución funcional? Es un tema de mind set, debemos convencernos de que la única forma de comenzar un proyecto es comenzándolo, ¿suena fácil verdad? Sabemos que no lo es, así que aquí les comparto unos argumentos para empezar con este cambio.
Empezar aunque no tengamos el plan al 100%, si pensamos en grandes exploradores como Ernest Shackleton al emprender su viaje para conquistar la Antártida es muy seguro que no tenía su plan cerrado hasta el último detalle, su objetivo principal y los medios para conseguirlos estaban delineados, el resto fue empezar la expedición y hacer historia. En nuestro caso tener un objetivo claro y estrategias definidas es suficiente para empezar.
Errar e iterar, agile nos aconseja crear un MVP, empezar a probarlo, recibir feedback y ajustar hasta conseguir mejoras valiosas para el cliente. Lo mismo aplica para la ejecución, es seguro que se presentarán imprevistos, debemos iterar nuestros planes y mantener nuestro compromiso con el avance.
Superar el análisis parálisis, un proyecto con grandes beneficios suele tener grandes riesgos ante este escenario queremos más data para “asegurar” que las decisiones son correctas. Ni aún el modelo de datos más preciso puede cubrir todos los escenarios. ¿Qué hacer entonces? siempre podemos hacer un piloto, ejecutar en un ambiente controlado y luego expandir, también aplicar un Pareto y actuar sobre el 20% que produce el 80% del resultado puede ayudarnos a sortear riesgos.
Desafiar la procrastinación, una excusa de los procrastinadores es buscar un modelo perfecto antes de empezar una tarea. ¿Qué hacer? Yo recomiendo olvidar el modelo perfecto y aplicar la técnica de los dos minutos, ante una tarea para la que no nos sentimos listos, empecemos por dedicarle 2 minutos, pasado ese tiempo nos sorprenderemos sumidos en la ejecución y disfrutando el proceso.
Esperar la perfección solo retrasará el inicio de nuestro trabajo e incrementará el tiempo en lograr nuestros objetivos. La sabiduría oriental nos dice que un viaje de 1.000 kilómetros empieza con un solo paso y no hace falta que ese paso sea perfecto.
Y tú, ¿vas a seguir esperando la perfección?
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